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Wednesday, February 14, 2007

Febrero 12 de 2007 - RECIBIÓ 100 MIL MILLONES DE PESOS ENTRE 1997 Y EL 2003
La riqueza del carbón, ¿maldición para La Jagua?
El que podría ser el mejor pueblo de la Costa Caribe por los recursos carboníferos, asegurados hasta el 2050, ni tiene agua potable. Tres de sus alcaldes tienen condenas por manejo irregular de las regalías.


En La Jagua de Ibirico (Cesar) dicen que la bonanza del carbón se tragó todo lo bueno que tenía ese pueblo, al pie de la Serranía del Perijá.

Hasta arrasó con la vieja costumbre costeña de sentarse en la puerta de la casa al caer la tarde. "Con ese ruido de las mulas y el polvorín que levantan uno sale espantado", se queja con tristeza Mercedes, una habitante del centro.

El malestar generalizado con las condiciones de vida provocó la asonada del pasado fin de semana, que dejó un muerto y unos 50 heridos y que obligó al propio presidente Álvaro Uribe a viajar hasta ese pueblo carbonero.

Y es que aunque en La Jagua y sus alrededores se produce el 40 por ciento del carbón del país, la riqueza minera no se nota.

Por el contrario, la miseria, la desidia, la corrupción y el deterioro ambiental producto de la explotación han dejado su marca de 20 años en esa población, a la que solo por regalías le correspondían el año pasado 26 mil millones de pesos, casi el doble de lo que recibía antes del carbón. Estaban congeladas por la corrupción, pero el domingo el Presidente anunció que las descongelaría.

En dos décadas, La Jagua pasó de las pilitas de mineral en los patios, del pico, la pala y las carretillas, a las poderosas tractomulas y la maquinaria pesada que hacen temblar las calles desnudas. Se abrieron huecos en el suelo que parecen la entrada al infierno.

La vida se encareció. Un arriendo cuesta hasta 350 mil pesos, y una pieza, no menos de 200 mil. "Al escuchar carbón, regalías, todo se dispara", dice Armando, un tendero del centro del pueblo.

Las afecciones respiratorias en niños y ancianos son pan de cada día.

Pocos son los llamados

Pero la gota que llenó el vaso tiene nombre propio. Se llama desempleo. Según el alcalde Laureano Rincón, la Drummond, una de las dos firmas que explota el carbón, genera unos 14.200 empleos indirectos y unos 4.300 directos. De esos, sin embargo, solo el 8 por ciento son para la gente de la región. La queja es que solo llaman a la gente de La Jagua para trabajos de limpieza o recolección de carbón.

"De nada sirve estudiar en el Sena si no dejan a los estudiantes realizar las prácticas", dice Joaquín Rivas, de Sintramienergética, uno de los sindicatos de los mineros.

La gente también está cansada de la corrupción. El Vicepresidente de la República, Francisco Santos, calificó a la Jagua como "el municipio más corrupto del país". Muestra de eso es que aunque el pueblo recibió unos 100 mil millones de pesos por regalías desde 1997 hasta el 2003, aún no ha resuelto ninguna de sus necesidades básicas, ni de acueducto ni alcantarillado. El 80 por ciento de la gente tiene agua, pero no es potable.

Alcaldes condenados o prófugos

De las tres últimas administraciones el único alcalde que no aparece sancionado es Luis Antonio Hernández, quien tuvo que salir de la zona por amenazas de muerte.

La ex alcaldesa Ana Lucía Quiroz fue capturada en el 2001 por dilapidar más de 1.000 millones de pesos. Fue condenada a cinco años por contratación indebida y goza de libertad condicional.

Y el ex alcalde Hernando Díaz está prófugo desde septiembre del 2003. Se le busca por apropiarse de 260 millones de pesos. Al último, Ósman Mojica, lo hallaron responsable de los delitos de asociación para delinquir, contratación indebida y peculado por apropiación por haber firmado contratos inexistentes por 3.827 millones de pesos.

A La Jagua, como a casi todos los municipios del país que han vivido situaciones similares, la bonanza lo sorprendió sin estar preparado, pues el dinero que comenzó a circular por sus desoladas calles atrajo a corruptos, guerrilla y paramilitares, y con ellos llegaron amenazas, atentados, extorsiones, secuestros y desplazamientos.

Al apacible pueblo del centro del Cesar, a hora y media de Valledupar, también entró el terror político. Muchos candidatos fueron asesinados o amenazados y desterrados.

La gente extraña la época en que su pueblo no era rico, pero sí próspero. En vez de carbón, la gente vivía del arroz, el algodón y la ganadería.

Hoy, en los campos resecos y tristes, se ve una que otra vaca, pues muchas de estas fincas son explotadas como reservas carboníferas.

LEONARDO HERRERA D.
ENVIADO ESPECIAL DE EL TIEMPO
LA JAGUA DE IBIRICO (CESAR)

La plata no se ha visto

"En materia social, los avances de La Jagua, Chiriguaná y El Paso (los municipios carboneros del Cesar) no son los esperados".
Informe de Naciones Unidas sobre el impacto de las regalías.

Recibe 3 de cada 10 pesos que le dan al Cesar, pero no se ven

Todos los informes sobre el manejo de las regalías del Carbón en el Cesar coinciden en un punto: que esa plata no ha sido bien usada. Un informe del Banco de la República habló incluso de la
'maldición de las regalías', para dar idea de los malos manejos.

La Jagua, que recibe 3 de cada 10 pesos que llegan al Cesar por regalías, es un pueblo asolado por los corruptos. La cobertura de educación y saneamiento no es mejor que la de municipios sin regalías y la calidad de los servicios no es buena.

La tasa de mortalidad en menores de un año en la Jagua dobla la del país: 40 a 20 en el 2001. El promedio de los estudiantes en las pruebas del Icfes está entre 2 y 5 puntos por debajo del nacional, según un estudio de Naciones Unidas.

Aún no rinde cuentas sobre regalías

Por cuenta de su mal manejo fiscal -que según el Ministerio de Hacienda llegó a estar entre los más críticos del país- La Jagua de Ibirico tenía congelado el giro de 41 mil millones de pesos de regalías.

En mayo del 2006 Planeación Nacional tomó la decisión, pues la administración municipal no le envió el reporte del manejo de los recursos en el 2005.

El alcalde Laureano Rincón Ortiz explicó que cuando él recibió la Alcaldía, el 20 de febrero del año pasado, no estaba enterado del incumplimiento con el reporte, y que dos meses después fue sorprendido por la medida.

Para girar la plata, Bogotá exige planes concretos de ejecución y buenas notas en manejo de finanzas públicas, asignaturas en las que La Jagua sigue pendiente.

Sin los dineros de las regalías todos los proyectos de inversión social en el municipio están casi paralizados. Hasta para la compra de los químicos para el tratamiento del agua del acueducto hay problemas.

Ante el malestar que se genera en las regiones por el congelamiento de la plata, el Gobierno expone un argumento contundente: las cifras de lo que se ha girado y lo que se han robado los corruptos.

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