colombiainedita

Friday, January 20, 2006

El zafarrancho intraoligárquico
Por: Federico Sarmiento
especial para ARGENPRESS.info

...el país tiene el derecho a saber si una figura de la altura y probidad de Rafael Pardo está incursa en la revolución...
El Nuevo Siglo, Editorial, Jueves 19 de enero de 2006

¿Qué pasaría si a estas alturas de la confrontación armada entre el ejército constitucional colombiano y la insurgencia revolucionaria, el régimen de Uribe pudiera presentar hechos incontestables de una victoria estratégica?

¿Estaría Cesar Gaviria denunciando que el Frankenstein paramilitar se metió al rancho de la “democracia colombiana”?

¿Estaría, la pandilla del Palacio de Nariño acusando a “una figura de la altura y probidad de Rafael Pardo”... de estar “incursa en la revolución”...?

Nadie, que no acepte como postulado fundamental, de que la política colombiana (incluida la del sainete electoral) está atravesada por el hecho histórico fundamental de un conflicto social y armado como expresión suprema de la lucha de clases en la Colombia de nuestro tiempo, puede comprender o dar respuesta, con buen juicio, a los interrogantes anteriormente formulados.

El Partido Liberal bajo la égida de Cesar Gaviria –jefe político de Rafael Pardo Rueda-, aupado indiscutiblemente por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, le está enviando un mensaje muy claro a la facción pandillera de la oligarquía que lidera Uribe Vélez: les dimos todas las gabelas institucionales y para-institucionales que usted requirió (como en los tiempos del Urabá antioqueño), lo aprovisionamos de todos los recursos financieros y diplomáticos, soportamos y apuntalamos su estilo de culebrero tramposo, y usted no salió con nada. Las FARC siguen ahí, vivitas y coleando.

A Uribe, la oligarquía y el imperialismo no le escatimaron recursos de ninguna naturaleza –incluyendo la paramilitarización del Estado, los partidos y las instituciones de la “democracia colombiana”- y sin embargo los resultados militares contra la insurgencia son magros.

Resulta indiscutible de que si las FARC y el resto de la insurgencia armada hubiesen sido derrotadas por la “política de seguridad” democrática del “candidato-presidente”, esta facción que podríamos llamar “ilustrada” de la oligarquía, hubiese “pasado de agache”, no solo ante el bacalao de la tal Ley de Paras (cínicamente llamada de “justicia y paz”) sino también ante el proceso de desinstitucionalización, para-estatización y desmantelamiento de las apariencias de “estado social de derecho” que intentó consagrar la Constitución de 1991.

Por eso ahora, Cesar Gaviria y Rafael Pardo, a nombre del Partido Liberal, con la asesoría y el prestigio político e intelectual del anciano López Michelsen, quieren salvar los trastos de la herencia histórica del Partido Liberal, amenazada por el uribismo narco-paramilitar y le trasmiten al narco-uribismo el mensaje de Washington: usted no salió con nada en su promesa de derrotar la guerrilla, ya es hora de que desaloje la Casa de Nariño.

Esto es lo que explica el éxito de Gaviria en su denuncia vehemente de la amenaza que representa el paramilitarismo para la “democracia colombiana”. Sin un respaldo de parte de Washingon, inclusive en materia de seguridad personal, difícilmente Cesar Gaviria y su séquito hubiesen sido tan categóricos en sus denuncias.

Cuando la Unión Patriótica fue victimizada, cuando las comunidades y los movimientos sociales fueron desangrados por los sicarios de la motosierra, cuando se multiplicaron las masacres de campesinos y de tierra arrasada en varios rincones de Colombia y se denunció la complicidad de instituciones del Estado con esta barbarie, el grueso del Establishment, incluso los sectores no directamente vinculados al apoyo financiero e institucional del Frankenstein paramilitar, mantuvieron siempre un silencio cómplice.

Para subir el proyecto fascista del Fúhrer Uribe al poder en 2002 (con la promesa de que este sí era el napoleón que derrotaría la insurgencia), el paramilitarismo, hasta ese momento mantenido en las sombras como instrumento de la guerra sucia y del terrorismo de Estado, adquirió carta de ciudadanía ante los ojos de una cínica oligarquía financiera narco-terrateniente y de sus representativos medios de comunicación. En una de las más abominables campañas de intoxicación y desinformación ideológica, de la cual fue objeto la clase media urbana y el resto de la población colombiana, se equiparó bajo el mágico mote de “terrorismo”, a la insurgencia guerrillera revolucionaria y su proyecto político con los designios criminales de la barbarie narco-paramilitar que defendía justamente el orden oligárquico en Colombia.

Ahora un sector de la oligarquía, ante los magros resultados militares del proyecto político uribista, empiezan a medir la magnitud del esperpento que ellos mismos contribuyeron a crear. Pardo, Gaviria y el Partido Liberal están recibiendo las respectivas dosis, de la propia medicina que inventaron para derrotar a las FARC, sin lograrlo.

La mejor descripción de esta situación provino del anciano López Michelsen, en la mañana del 19 de enero de 2006 , en declaraciones a un Medio radial: el problema de la paramilitarización de la sociedad y política colombianas no es nuevo, lo que es nuevo es que ahora sí es objeto de debate público (queriendo decir que por fin “la parmilitarización” era objeto de preocupación para una parte del Establishment oligárquico). O como lo expresó en sus propias palabras el expresidente Cesar Gaviria: Uribe está poniendo en peligro la “democracia colombiana”.

Tal desgarramiento de vestiduras de connotados voceros del poder oligárquico en Colombia, llega en el justo momento en que uno de los más inteligentes y capaces hijos de la oligarquía bogotana, Don Rafael Pardo Rueda, es objeto de las mismas bajezas jurídicas y paralegales de que han sido víctimas miles de campesinos y líderes sociales en todos los rincones de Colombia. Pardo debiera entender ahora lo que es caer bajo la férula judicial inventada por la “seguridad democrática” del Führer Uribe y sus parainstituciones: la de ser señalados como “guerrilleros”, capturados como ganado en redadas masivas (lo que es impensable en la persona del senador Pardo), para que años después, sin procesos judiciales, sean soltados por falta de pruebas pero con una lápida en el cuello y luego ser ajusticiados (lo cual confiamos no sea el destino del senador Pardo) por escuadrones de la muerte “encapuchados”.

Lo que sucede es una prueba más de la dimensión de la crisis histórica que atraviesa la sociedad colombiana. Los Medios de comunicación truenan en sus editoriales en contra de Gaviria por haber abierto la “Caja de Pandora”. Los titulares de prensa abundan en referencias a las “purgas” antiparamilitares de todos los partidos y movimientos políticos que actúan en el sainete electoral. Las lecciones que masculla la sociedad colombiana, después de estos doscientos años de soledad histórica de la república oligárquica, es que también existe una “purga” bolivariana definitiva, contra todos los depredadores y apátridas que degradan y humillan la nación colombiana

Con Infotmación de www.argenpress.com

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