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Wednesday, April 11, 2007

Las Farc en la sombra
Acciones en diferentes partes del país llevan a preguntarse hasta cuándo esta guerrilla se mantendrá en su repliegue estratégico, y qué puede esperarse ‘ad portas’ de las próximas elecciones.
Por ‘Hechos del callejón’
Fecha: 04/10/2007 -
¿Qué significan las numerosas acciones militares de las Farc en el mes de marzo? ¿Están saliendo de su repliegue estratégico? ¿Qué se espera de ellas ante las próximas elecciones? ¿Qué implicaría la IX Conferencia Nacional? Para los analistas y expertos conocedores de la historia y evolución de este grupo guerrillero, se está dando un cambio que hay que tener en cuenta.

Durante los cinco años en que se ha implementado la política de seguridad democrática las acciones militares de las Farc como el secuestro, los retenes ilegales y los atentados han disminuido sustancialmente.

“Si durante el gobierno de Samper las Farc practicaron una guerra de movimientos y en el de Pastrana, una guerra de posiciones, en la administración de Uribe volvieron a la guerra de guerrillas móviles, en la que grupos muy pequeños producen escaramuzas. Es decir, volvieron a su origen, a la tesis del Ché”, dice Carlos Lozano, director del semanario Voz.

Para Teófilo Vásquez, investigador del Cinep, “si bien las variables tradicionales con que se puede medir el conflicto han disminuido en algunas regiones, no se puede concluir que el conflicto en Colombia esté próximo a terminarse. Lo que sucede es que los grupos armados están actuando de otra manera. Que estén quietos militarmente no significa que estén quietos en la recomposición social, económica y política. Ellos siguen controlando la gente”.

Según Alfredo Rangel, director de la Fundación Seguridad y Democracia, “las Farc están saliendo lentamente del repliegue estratégico en que se encontraban”.

El documento incautado por el Ejército en La Macarena –con fecha de mayo de 2006– y divulgado como el texto en discusión de la IX Conferencia Nacional de las Farc, que pretenden sostener su guerra de guerrillas móviles, organizar una alianza clandestina con sectores políticos descontentos y hacer imposible la gobernabilidad y desmotivar a las Fuerzas Armadas a través de acciones militares.

De la misma manera, según el documento, las Farc buscan crear nuevos frentes, reconstruir los bloques guerrilleros “hasta ponerlos a la altura en la que estaban antes de comenzar el Plan Patriota” y crecer el 50 por ciento en hombres.

Campaña en el sur

El pasado mes de marzo se caracterizó por una gran cantidad de acciones por iniciativa de las Farc, que refuerzan la idea de que esta guerrilla está saliendo de su repliegue militar. El tipo de acciones muestra su intención de moverse alrededor de las elecciones de alcaldes, concejales y gobernadores, un escenario en el que siempre han activado su aparato militar, social y político.

“Frente a las elecciones, se espera que las Farc pretendan tener amplia incidencia y pasen a mostrarse militar y políticamente, especialmente en las zonas donde han tenido asentamiento tradicionalmente”, indica Teófilo Vásquez.

Señales de esto ya se observan en el Huila, con los atentados a la alcaldesa de Neiva; el intento de asesinato del concejal de Campoalegre, Milton Gerardo Cortés; las amenazas al alcalde de Rivera, Hernando Pinto Salazar, y a otros mandatarios locales y concejales del departamento. Las Farc, además, han amenazado a los gobernadores de Arauca, Casanare y Boyacá.

En marzo se presentó también el secuestro de ocho geólogos de la Compañía de Servicios Logísticos de Colombia, empresa que realiza estudios para la explotación de oro y plata en Chocó, y de cuatro trabajadores petroleros en Boyacá. Se registró también el asalto a las Fuerzas Especiales del Ejército en el Meta, en el que murieron siete soldados y continuó la presión sobre la empresa Nestlé en Doncello, Caquetá.

Mientras los bloques sur y oriental de las Farc soportan el peso del Plan Consolidación –la continuación del Plan Patriota–, especialmente en los departamentos de Meta, Guaviare y Caquetá, en el suroccidente del país se observa el interés de esta guerrilla por reorganizarse.

En esta zona, donde están ubicados los municipios de Florida y Pradera, y los resguardos del pueblo Nasa, el conflicto parece responder a lo planteado en el documento de la IX Conferencia Nacional de las Farc.

Los combates se han presentado incluso en los cascos urbanos, poniendo en riesgo la vida de los civiles. Feliciano Valencia, líder del pueblo Nasa, afirma que “en los últimos días se ha presentado una escalada de hostigamientos de las Farc contra las Fuerzas Militares. La guerrilla instaló pipetas para evitar la entrada del Ejército, incluso cerca de las escuelas”, pero después las retiraron ante la exigencia de la comunidad.

Una carta recibida recientemente declara objetivo militar a los líderes del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric), de la Asociación de Cabildos indígenas del Cauca (Acin) y del Comité de Integración del Macizo Colombiano (Cima). Aunque la misiva tiene el logo de las Farc, las autoridades indígenas investigan su autoría.

La situación regional

Varios aspectos entran en juego en el actual escenario de las Farc. Por una parte, dice Teófilo Vásquez, “las Farc han estado atentas a copar las regiones en las que los paramilitares aflojaron el control. Y lo han hecho con su milicia, en algunos lugares, y en otros, con acciones de tipo social y político, porque la guerra no se debate solamente en el campo de batalla. Por ejemplo, llegaron a los cascos urbanos en zonas como Nariño, Chocó, Putumayo y Caquetá. Eso, en parte, explica el resurgimiento de los grupos paramilitares en esas regiones”.

También han llegado a tres lugares simbólicos de esta confrontación: Tierralta y Valencia, en Córdoba; Dabeiba, en Antioquia, y la zona del Catatumbo, regiones cruciales de alta presencia del paramilitarismo. A su vez, comenzaron a bajar de las cumbres de la Sierra Nevada de Santa Marta, adonde los habían aislado los grupos paramilitares, y a caminar por Arauca después de que los paramilitares los acorralaron en la frontera, dice Gerson Arias, investigador de la Fundación Ideas para la Paz.

Según Alfredo Rangel, “las Farc no han sido golpeadas de manera crítica. Básicamente los efectos de la seguridad democrática se han dado alrededor de Bogotá donde los siete frentes que había fueron obligados a retirarse a otras regiones. Adicionalmente, las redes de apoyo logístico urbanas fueron desmanteladas en ciudades grandes y pequeñas”.

Debido a la acción del Ejército, se ha disminuido la posibilidad de desplazamiento de las Farc, especialmente en el oriente del país, en los departamentos de Meta, Guaviare, Putumayo y Caquetá. En ese contexto, según las Fuerzas Militares, las Farc han visto mermada su capacidad militar, tienen obstáculos en sus corredores de movilidad y se han encontrado en aprietos para desarrollar su actividad logística, lo que ha dificultado el abastecimiento de recursos, en especial de alimentos, y el transporte de armas y dinero entre otras cosas.

Esto ha conducido a la deserción de 6.098 guerrilleros entre 2002 y febrero de 2007, según un informe publicado por el Ministerio de Defensa. Para Gerson Arias, “la pérdida de pie de fuerza a raíz del alto número de deserciones lleva a pensar que las Farc tengan programado un plan importante de reclutamiento. De hecho, en 2006 se conoció el reclutamiento forzado de 400 menores en Arauca”.

Para el Gobierno es evidente el deterioro de los ingresos de esta guerrilla en los últimos tres años. Sus tres principales fuentes de financiación –narcotráfico, secuestro y hurto– han disminuido sustancialmente, según las estadísticas del Ministerio de Defensa.

Sin embargo, Alfredo Rangel considera que “si los ingresos por el narcotráfico se redujeron en Caquetá y Putumayo, ante el control de la coca por parte del Ejército, estos han sido remplazados en Nariño, Meta y Guaviare. Ahora, si bien el secuestro ha bajado, no ha sucedido lo mismo con los ingresos provenientes de este delito. Las Farc han disminuido los secuestros por sumas pequeñas, pero han aumentado aquellos de grandes sumas”.

Para consolidar los resultados del Plan Patriota y reforzar la política de seguridad democrática, el Plan Consolidación que adelanta el Ministerio de Defensa ha puesto su énfasis en mejorar la movilidad de los miembros de la Fuerza Pública y aumentar el pie de fuerza de Ejército y de Policía en cerca de 38.000 hombres.

Desacuerdo humanitario

Ante este panorama, y ante el ofrecimiento de congresistas de Estados Unidos para servir de garantes, el acuerdo humanitario vuelve a ser tema de debate. Hasta el momento, se han logrado avances temporales gracias al papel que han jugado actores como la Iglesia, Francia, España y Suiza, y mediadores como Álvaro Leyva y Carlos Lozano Guillén.

“A pesar de la pugna entre el gobierno y Farc –dice Carlos Lozano, director del semanario Voz y ex mediador en este proceso– se logró avanzar tanto con el gobierno como con la guerrilla. Al comenzar el gobierno de Uribe, las Farc planteaban un imposible: la desmilitarización de Cartagena del Chairá y San Vicente del Caguán. El gobierno, por su parte, planteaba primero un proceso de paz con las Farc y después un acuerdo humanitario”.

Las Farc cambiaron su pedido por la desmilitarización de Pradera y Florida y el gobierno aceptó dialogar sobre el intercambio humanitario antes que negociar la paz, dice Lozano. Después de muchos viajes y acercamientos con ambas partes, la mediación logró negociar una propuesta concreta para el intercambio en Pradera y Florida, sin Ejército y sin guerrilla.

Así, relata Lozano, la guerrilla no ingresaría a los cascos urbanos de estos municipios; tendría únicamente el número de guerrilleros indispensable para proteger a sus voceros y se establecería un reglamento al que se ceñirían rigurosamente. Aunque hubo propuestas de reglamento, la iniciativa tampoco prosperó.

“Tanto el gobierno como las Farc tienen interés en el canje –dice Teófilo Vásquez–. Al gobierno le interesa para aliviar la presión de la comunidad internacional, en la que ha tenido poco recibo su actitud para negociar con unos y no con otros. Esto ayudaría también en un contexto latinoamericano tan proclive a la izquierda. El interés de las Farc es seguir utilizando los escenarios de negociación en el sentido de acumular políticamente”. A juicio de Vásquez, “ese país debería acostumbrarse a comenzar cada diálogo en el acumulado que deja el gobierno anterior”.

Ante la impotencia generada por los diálogos entre la guerrilla y el gobierno, que acercan y alejan la posibilidad de traer a los secuestrados de regreso a casa, hoy hay una nueva carta en juego. Lucy de Gechem –la esposa del ex senador Jorge Eduardo Gechem, secuestrado por las Farc el 20 de febrero de 2002 cuando viajaba en un avión comercial– le solicitó al presidente Uribe autorización para mediar entre las partes, solicitud que le fue aceptada pocos días después de que el Mandatario le ordenara a las Fuerzas Militares reforzar las acciones ofensivas contra las Farc.

Y aunque el pasado 17 de marzo se informó que el líder guerrillero Raúl Reyes rechazó la mediación de los familiares, Lucy de Gechem no pierde la esperanza. “La estrategia más viable –afirma– es lograr el acercamiento de las partes y convencerlos con argumentos”. Para ello “se necesita que el presidente Uribe delegue a una persona del Gobierno que se dedique de tiempo completo a buscar dicho acercamiento. Ante mi sugerencia, él lo aceptó. Dios permita que lo comunique pronto al país. Las Farc, por su parte, como gesto de voluntad, deberían dar pruebas de supervivencia”.

Por su parte, la sociedad civil sigue presionando para el acuerdo humanitario y el derecho constitucional a la paz. Precisamente, a partir de la presentación delPrograma de Desarrollo y Paz del Huila el pasado 20 de febrero, cuando se conmemoraban cinco años de la ruptura de los diálogos de paz, se comenzaron a recoger firmas para apoyar un proyecto de ley para el acuerdo humanitario.

Los pronunciamientos de Estados Unidos, país que tiene tres ciudadanos en poder de las Farc desde el 13 de febrero de 2003, ha generado expectativa. Además del ofrecimiento de los congresistas para ser garantes del acuerdo humanitario, en la visita a Colombia el presidente George Bush se mostró “muy preocupado y acoge la solicitud de las familias de los contratistas en cuanto a la posibilidad del acuerdo humanitario", dijo el canciller Fernando Araújo. De esta manera, mientras en el país se pregunta hasta cuándo las Farc mantendrán su repliegue estratégico, y el intercambio humanitario no sale de la sombra, la población civil sigue en medio del conflicto.

Publicado en Revista Semana/ www.semana.com

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