colombiainedita

Tuesday, February 14, 2006

Amigos de Colombia Inedita les presentamos a continuaicon un extracto de la
entrevista que la escritora laura Restrepo le dio al periodista Antonio Morales
riveira, para la revista Credencial.
Puede leerse completa en www.eltiempo.com/credencial
Con Información tomada de www.eltiempo.com


¿Qué siente de los cuatro años de Uribe? Las clases dirigentes colombianas compraron e hicieron ganar a un proyecto de derecha, que muy rápidamente se les volvió un proyecto de extrema derecha, que se quiere reproducir en el poder.

– No deja de ser una gran paradoja que en medio de un proceso generalizado en el continente, de búsqueda de salidas más democráticas y menos autoritarias, menos discriminatorias, y menos ignorantes de los pobres, en Colombia está pasando justamente lo contrario. Nosotros somos la vanguardia de la vuelta atrás.

– Pero coincide eso precisamente con que Colombia es el único país en América Latina donde subsiste una lucha armada y una confrontación con la guerrilla, el paramilitarismo y el narcotráfico…

– Ese es un esquema muy generalizado y yo veo otro esquema posible. La presencia de Bush garantiza, justifica, explica la presencia de Uribe y su permanencia se manifiesta en virtud del hecho de que está respaldado por una figura mayor y del mismo signo que es desde luego George Bush

– ¿Finquero de la misma condición intelectual?

– Y de la misma estatura moral, que es todavía más significativo, Uribe es la punta de lanza de la política de Bush frente a América Latina. Uribe es un gobernante altamente indeseable.

¿Por qué el pueblo colombiano se ha montado con tal pasión a respaldar a un gobernante que está de espaldas a todos los grandes lineamientos históricos? Yo pienso que estamos en una contrarrevolución.

Las contrarrevoluciones, desde luego, tienen su euforia y se sienten liberadoras, rescatando los antiguos valores feudales, familiares, religiosos, autoritarios. Vivimos una euforia que tiene un signo contrarrevolucionario…

– Que se opone a ¿cuál revolución?

– En Colombia se ha dado una revolución democrática muy interesante. Los procesos de paz, en medio de las contradicciones, de las fallas, son procesos de apertura mental y política, porque por primera vez se daba la opción de que una disidencia pudiera entrar a conversar y pudiera entrar a dialogar.

Desde Belisario se produjo toda una apertura hacia esa gente que estaba tratando de hacer oposición armada, porque los canales políticos eran demasiado estrechos, porque en la legalidad les daban por la cabeza, los encarcelaban, los mataban.

Entonces se abrió la posibilidad de pensar que el país era más que los partidos tradicionales. Eso fue un remezón muy profundo. Luego vienen otros procesos de paz, unos “payasos” como el que se llevó a cabo durante Pastrana. Pero hay por debajo una auténtica revolución democrática en el pueblo colombiano. Empieza a haber otra voz. Eso desemboca en un hito democrático muy importante que es la Constitución del 91, donde de alguna manera se plasma esa apertura.

No deja de ser muy significativo que en esa Constitución estaban presentes todas las tendencias políticas del país, más los indios, más los negros, más los evangélicos. Sí, eso fue de verdad deslumbrante...

– ¿Y usted siente que muy inmediatamente se empezó a activar esa contrarrevolución?

– Sí, y lo que pasa es que ahora está triunfante. Se ha ido fortaleciendo y se ha ido consolidando y hoy en día está en su apogeo. Pero la Constitución del 91 viene acompañada por hechos también democráticos de mucha significación, la elección popular de alcaldes remece el interior del país, mucho más de lo que podemos ver a vuelo de pájaro. Son conquistas democráticas que empiezan a afianzarse; el surgimiento de dirigentes ajenos a las clases políticas tradicionales.

Todo quiere decir que el país se está abriendo, se está sacando de encima la camisa de fuerza de ese gamonalismo y de esa tiranía de los partidos tradicionales. Entonces esa era la revolución en marcha.

– Toda contrarrevolución produce una contra; triunfaron los sandinistas y montaron la contra. En Colombia quizás se dieron unas condiciones de democratización de la vida colombiana hace quince años o un poco más, y surgió una contra que son los paramilitares. ¿La contra está en el poder hoy?

– La contra está en el poder hoy con el presidente Uribe, que tiene un programa claramente antidemocrático. Uribe odia la Constitución. Y quiere desmontar las cosas que lograron fraguarse en ese proceso democrático.

Se desmontan los procesos de negociación, se desmonta la Constitución, se le mete el acelerador al presidencialismo y se saca gran carta de la manga, el paramilitarismo, que es la garantía armada de que la contrarrevolución se puede imponer y que la democracia se puede desmontar.

– ¿Cree usted que la legítima o ilegítima desmovilización de los paramilitares y el proceso de Ralito, son un voto de confianza del Estado en el sentido de que esa contrarrevolución paramilitar ganó y que ya no es necesario mantenerlos activos?

– Dentro de un ámbito democrático toda negociación es necesaria; uno no puede decir con la guerrilla sí, negocien, pero no con los paramilitares. Lo que pasa es que hay un truco ahí muy complicado. Si los paramilitares son un brazo ilegal del propio Estado, como lo son, por sus vínculos con las fuerzas militares, porque operan despenalizadamente en todo el país, entonces tenemos que la negociación es una negociación del Estado consigo mismo. Eso es impresentable. El Estado no puede negociar con su ala ilegal para legalizarla.

Esta negociación sin principios nos va a llevar a una situación muy calamitosa, despenalizando sin los debidos juicios, sin los debidos procesos, negociación incondicional.

– ¿Qué puesto le da usted en eso que llama la “contrarrevolución” a los medios de comunicación que construyen y reconstruyen tendencias a su antojo en torno a Uribe? ¿Cree que esos medios se comprometieron definitivamente con la guerra y con unos actores de la guerra en Colombia?

– Una cosa son los dueños de los medios que en general se han movido unánimemente en torno a Uribe y otra es la tarea de los reporteros y de los periodistas que de todas maneras mantienen abiertos espacios de discusión, de debate en los periódicos, en la radio, donde asoma cada tanto el otro país, y a pesar de que son muy minoritarios, permiten que la gente aprenda a leer entre líneas. Y si aquí no es aplastante ese predominio, esa trenza jugada a opciones no democráticas, es porque la gente lee entre líneas.

Si la gente lee un titular inmediatamente está sospechando que la cosa puede ser justamente la contraria. Uribe es la cabeza visible pero va a tener problemas tremendos, cuando esta gente que lo respalda, que está con él, este paramilitarismo que entiende que Uribe es una buena opción de gobierno, le saque la mano.

– Si la estructura del poder en Colombia ya compró ese proyecto, que era de derecha y se convirtió en ultraderecha, ¿cómo puede desmontarse de lo que ya se compró?

– Es impresentable que en Colombia se esté afianzando el fascismo como se está afianzando, es impresentable que en Colombia estén teniendo ese lugar en la política, en el parlamento, en el campo, en las carreteras, en la Presidencia, grupos paramilitares al margen de la ley. Tarde o temprano eso tiene que caer por su propio peso.

Esa complacencia del gobierno de Estados Unidos con el paramilitarismo, con sus implicaciones de narcotráfico en Colombia, pareciera indicar que está barajando una opción para frenar los procesos democráticos; elecciones y por detrás una acción paramilitar que favorezca el desmonte de la democracia.

– En Colombia la guerra es estable y las guerras son todo lo contrario de la estabilidad, están hechas para que duren poco, para que alguien gane o pierda, pero la inmoralidad de la guerra consiste en que cada año produce 4.000 muertos, que hacen parte de esa cuota estable de la cual además se nutre la economía de la guerra en la que ganan los paras, los narcos, el Ejército y las Farc. Todos hacen parte de la perversa estabilidad de la guerra en Colombia.

– Aquí hay muchos que ya ganaron, hasta las Farc también ganaron. Ganaron territorio, ganaron poderse consolidar, ganaron que no los puedan sacar de ciertas zonas, ganaron evidentemente muchísima plata y eso lleva a un estado de equilibrio, que durante el gobierno de Pastrana se puso muy en evidencia.

También la guerrilla en eso juega un papel de distorsión de un verdadero proceso político de democratización.

¿Cuál es el verdadero enemigo de estos paramilitares, cuál es el enemigo de Bush, cuál es el enemigo de Uribe? No es la guerrilla como ellos dicen… es el pueblo colombiano que está bregando para obtener niveles de vida más dignos, una cuota de alegría, es el proceso democrático. Pero al estar ahí la guerrilla, actúa como una especie de comodín.

A mí no me simpatiza para nada el papel que cumple la guerrilla en este país. Las Farc no juegan a favor de ese proceso democrático. Las Farc tienen una apuesta muy territorial. Una guerrilla que no aspira al poder es una guerrilla que inmediatamente se corrompe, se burocratiza, se contenta con el poder local, con los negocios…

– Parece claro el retroceso de todas las conquistas sociales y laborales hasta regresarnos a la Colombia de los años cincuenta o más atrás…

– Con las banderas de la seguridad, Uribe ha logrado que nadie vuelva a decir que tiene hambre, que necesita salud ni que quiere techo. Y entonces, viene muy bien decir que en Colombia hay una guerrilla estalinista – lo cual es cierto– que tiene vínculos con el narcotráfico – lo cual es cierto–. Entonces se justifica la represión a fuerzas democráticas que legalmente no podrían estar siendo aplastadas, encarceladas, acalladas, asesinadas. Entonces por eso yo creo que la guerrilla contribuye a que el proceso sea particularmente oscuro.

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