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Tuesday, January 03, 2006

Al estado colombiano, el maquillaje ya no le sirve

Al estado colombiano, el maquillaje ya no le sirve
por Nico Udu-gama,
21 de Diciembre de 2005
Con Información de El Turbión


El International Peace Observatory (IPO) es un movimiento social sinánimo de lucro que hace acompañamiento físico, técnico y político acomunidades organizadas en Colombia. Debido a nuestro trabajo in situ,los integrantes de IPO hemos sido testigos de las violaciones dederechos humanos y agresiones contra las comunidades por parte de losactores armados (estado, paramilitares y guerrilla).

El siguiente artículo fue escrito a base de un incidente que presenciaron el autor y otros miembros de IPO en el nordeste antioqueño, en el Magdalena Medio;

Nos decían "gente maquillada", haciendo referencia a los comentarios grandiosos de su pequeño presidente, Álvaro Uribe Vélez, cuando éstedijo que los 'terroristas' "...tienen que esconderse detrás de la bandera de los derechos humanos". Esta vez, el 13 de octubre, en la finca campesina del "Despecho" en elnordeste antioqueño, zona de desarrollo de los últimos operativos dela "acción integral" del Ejército Nacional contra la población civil y no contra la insurgencia -estemos claros-, lo decía el sargentoBlanquiceth, junto con el sargento Setina, del Batallón Calibío Lo decía porque estaban "putos", pues los habíamos cogido, como dicen,"con las manos en la masa": unos 30 soldados amontonados dentro y allado de una casa civil, la familia atemorizada y callada, mientras unos cinco soldados extrañamente tenían al dueño de la casa en unpedazo de monte. Cuando exigimos ver al dueño, don Amilca Calles, losacaron rápidamente, tan rápido que al soldado que blandía el machetese le olvidó esconderlo. "¿Qué pasó?", preguntamos, a lo cual lossoldados insistieron que Amilca, delante de todos, dijera que no habíapasado nada, y que sí (claro) les había regalado una novilla que valíaunos 500 mil pesos.

Como suele pasar, el campesino dijo sí, temiendo represalias por decir lo contrario. Para completar su montaje, lo obligaron a firmar el documento de buen trato , constatando todo loque fue intimidado a decir. Más tarde, ese mismo grupo les decía a los campesinos de la región quenosotros les habíamos "dañado el plan" y que no hacíamos sino"estorbar" sus trabajos. ¿A qué se referían?Entendimos la semana después del extraño incidente, cuando hablamoscon Amilca, el ejército ya retirado de la zona.

Lo que nos contó me hizo erizar. Dijo que cuando llegamos a la finca, el ejército estaba apunto de degollarlo con un machete. Según ellos, contó, lo iban a matar por "auxiliador de la guerrilla", y que ya tenían "en la sombra en Berrío" a 'Bocamamita', referiéndose al campesino Luis SigifredoCastaño Patiño, asesinado el 7 de agosto de este año por el mismo batallón Así de confiados le dijeron. Y que él podía "reinsertarse" omorir. Como él no sabía nada de lo que pedían sobre la guerrilla,tenía que morir.Hay más. Los soldados andaban con cuatro "reinsertados", parte del famoso "plan de reinserción" del gobierno de Uribe. Utilizaban losnombres de guerra de `Raúl', `Ronco', `Bombillo' y `Linterna'. Segúnlos campesinos, `Raúl' era una vez un arriero de la región, ytrabajaba para Luis Sigifredo. El ejército lo cogió, lo obligó a servirle como "guía" y reinsertarse, ofreciéndole plata y casas, y el7 de agosto, `Raúl' los llevó a la casa de Sigifredo, un reconocido líder comunitario que había denunciado varias veces al ejército, y lo mataron, vistiéndolo con un uniforme y presentándolo como guerrillerodel ELN dado de baja en combates. Lo mismo iban a hacer con Amilca.Horas antes, ese día, un campesino fue interceptado por el sargentoBlanquiceth y su grupo, algunos fumando marihuana, quienes confirmaronque tenían que matar al viejo "hijueputa" (Amilca) del "Despecho".Todo esto hecho bajo el auspicio de un mayor Tenjo, quien ha servidode coordinador para estas agresiones contra la población civil, desde la base militar que el ejército construyó en la vereda de Lejanías En el nordeste antioqueño, como en otras partes del país, casos comoéste se desarrollan a diario mientras que la política de "seguridad democrática" vendida por Uribe se encuentra en su momento más crítico.

Desde que llegó al poder en el 2002, Uribe ha intentado demostrar quela fuerza militar es superior a la solución política, ganando el apoyode una élite aterrorizada por una guerrilla fuerte y de algunoscampesinos del país obligados a votar por y apoyar a Uribe bajoamenazas de la fuerza pública y paramilitares. En el campo y algunas partes de las ciudades, la "seguridad democrática" se traduce en un aumento de torturas, asesinatos, desapariciones, amenazas y masacres.(Para no ser tan críticos de la "seguridad democrática", debemos mencionar que al menos la cifra de secuestros ha bajado dramáticamente, gracias a que el estado invierte millones de pesos en"caravanas turísticas" para que los ricos de Bogotá y Medellín puedan broncearse en la playa sin preocuparse).Pero más allá de estas violaciones, una "guerra de baja intensidad"contra los movimientos sociales no está siendo registrada en las cifras oficiales y no-oficiales. Mientras que la atención del mundo ha estado concentrada en la supuesta "desmovilización" de losparamilitares, están llegando cada día más informes sobre lacomplicidad directa de las fuerzas públicas de Colombia en atrocidades. Es decir, ya no es necesario culpar a los paracos. Ya noes tan necesario que los soldados se pongan el brazalete de las AUC.

¿Cómo va a ser necesario, cuando a diario Uribe 'Balas' dice en sus numerosos consejos comunales y discursos napoleónicos que "no hayterritorio vedado a la fuerza pública " y a la vez tilda a cadasindicalista, indígena, campesino, estudiante, manifestante,anti-TLCista, maestro, indigente, afrocolombiano, mujer y niño que seoponga al statu quo de guerrillero y enemigo del estado? Y entonces la lógica sigue con que el soldado, en todas partes del territorio nacional, debe combatir al enemigo, en todas sus formas, sin cuestionamientos. El plan es casi perfecto: mientras que Luis CarlosRestrepo abraza felizmente al 'Mono Mancuso' y mete a los paracos"desmovilizados" a las empresas de seguridad privada oficiales , elejército -con más de 25 años de experiencia asesorando y defendiendoel experimento paramilitar- ya puede tomar las riendas en las zonas decontrol paraestatal, y, en zonas donde no tienen control, darle lamano dura (con la ayuda de los más de mil soldados y mercenarios gringos y su maquinaria en el país) a los "terroristas". Cabe notaraquí históricamente en Colombia, las fuerzas militares siempre hanhallado más fácil atacar a la sociedad civil en su proceso no-violentode reinvindicación que a la guerrilla en su proceso armado. ¿Los resultados? Los arrestos a decenas de líderes sociales en el Cauca.

Amenazas del ejército contra campesinos que han denunciado elPlan Patriota en Guaviare, Meta y Caquetá. En Cajamarca (Tolima), lamasacre el 10 de abril del 2004 de cinco civiles -entre ellos, cuatromenores de edad- perpetrada por el ejército. En Bogotá, el 1 de mayode 2005, la muerte de un joven manifestante a manos de la policía. EnArauca, el 5 de agosto de 2004, el ejército asesinó a sangre fría atres sindicalistas. La masacre de San José de Apartadó: ocho víctimas-cuatro menores de edad- descuartizadas por el ejército el 21 defebrero del 2005. Luis Sigifredo, campesino muerto por el estado en elnordeste antioqueño, el día 7 de agosto de este año. Y los incontablescrímenes que suceden todos los días en la sombra de la impunidad delestado colombiano Pero dijimos que el plan era casi perfecto. Pero hay un obstáculo indiscutiblemente mucho más fuerte y peligroso para el gobierno deUribe que la guerrilla. Son los miles de civiles cuyas únicas armasson su voz y su verdad. Los movimientos sociales no-armados siguenganando fuerza (tanto de cantidades como moral) para luchar contra elmilitarismo y el neoliberalismo al cual sirve. En cada rincón delpaís, la misma represión y militarización de la vida hacen que la gente "se emberraque" más, denunciando un sinnúmero de agresionesconstantemente

A este creciente descontento, y siguiendo la estrategia de "quitarle el agua al pez, el pez se muere", el Estado responde con nuevas tácticas. Cuando Uribe tomó el poder en 2002, anunció su intención de crear unared de informantes de más de un millón de ciudadanos, que fue vistacomo una ampliación de su proyecto piloto de paramilitares -Convivir-que gestionó como gobernador de Antioquia en los años 90 El nuevoplan contempla involucrar a la población civil en el conflicto armadointerno, cualquiera que sea el costo social.

La reinserción de los campesinos civiles está ocurriendo en el Magdalena Medio (como un ejemplo) a un nivel asombroso. Según el ejército, el informante -oeufemísticamente, el "cooperante"- es un "colombiano que quiere futuroy seguridad para su familia", alguien que "ama a su país ". Dicen quesu identidad será reservada con un "código" asignado y "serecompensará de acuerdo a los resultados". Sin embargo, la versión quelos campesinos nos han contado repetidamente es enormemente diferente.Cuentan que el informante es presentado con tres opciones: se"reinserta" como informante, se va de la zona, o se va a la cárcel o ala tumba. El ejército llega a la casa del campesino y primero loamenaza por información sobre la guerrilla; a la vez convidándolo a"reinsertarse", so pretexto de que su vida está en peligro y que ledarán plata, vivienda y educación para sus hijos. Si el campesino sesiente lo suficientemente aterrorizado, se somete a la reinserción yde inmediato, la oficina de prensa del ejército proclama que ¡otroguerrillero se ha desmovilizado! El campesino, entonces, tiene queentregar resultados para ganar plata, así que dice lo que el ejércitoquiere que diga sobre, más que todo, los líderes sociales en la zona;esto, cuentan los campesinos, es lo que pasó con alias `Raúl' en elcaso de Sigifredo. En otros casos, los verdaderos guerrilleros sereinsertan, y como no es cosa fácil encontrar la guerrilla en elmonte, señalan también a los líderes sociales. Si el campesino no acepta acogerse al plan de reinserción, como hizodon Amilca, hay otra táctica a la que puede acudir el ejército. Esbien sabido -y muy fácil de concebir- que dentro el ejército, haypresión para mostrar buenos resultados de la "seguridad democrática".Cada combatiente ilegal dado de baja representa el cumplimiento de esa cuota, y muy posiblemente, un beneficio económico para los altos mandos. Entonces, cuando el ejército no encuentra guerrilla -como sucede ahora en el nordeste antioqueño (debido a la cantidad deejército en la zona, la guerrilla se ha replegado)- lo más fácil esmatar un campesino, vestirlo de guerrillero, y orgullosamente presentarlo a la prensa como un comandante o un tesorero de laguerrilla. Y la prensa se lo come, pasando fotos de un heroico soldadoposando con su botín de guerra, el cadáver de un "combatiente". El 7de agosto de este año, pasó igual con don Sigifredo. Cuando elejército lo llevó de la casa, vestía con pantaloneta, botas de cauchoy una camiseta blanca; después de un combate simulado, se llevaron sucuerpo sin vida vestido con camuflaje. ¿Cómo podemos creerles cuandodicen que han dado de baja a no sé cuántos guerrilleros en el nordesteantioqueño o en Caquetá, Arauca, Cauca o donde sea? ¿Cómo nos van aasegurar que en su frustración no mataron a un campesino y lovistieron de camuflaje?¿Cómo lo pueden hacer?Lo más seguro es que lo van a seguir haciendo. Hace pocos meses, elDepartamento de Estado de los Estados Unidos dio la luz verde para la comisión de crímenes de lesa humanidad en Colombia al renovar lacertificación de derechos humanos para Colombia, a pesar de lainacción del estado colombiano frente la masacre de San José deApartadó, entre otros. Recientes movimientos dentro el Pentágono, ycon algunos congresistas, señalan la posibilidad de la creación de unnuevo fondo (casi $750 millones de dólares) que será manejado directamente por el Departamento de Defensa para "brindar apoyomilitar en todo el mundo", sin tener que buscar aprobación del Congreso.

El militarismo y doble moralidad de los Estados Unidosencaja bien con la política de "seguridad democrática" de Uribe, quienfebrilmente quiere acabar con cualquier movimiento social para abrirel país a un tratado de libre comercio con los Estados Unidos, pese aldisminuyente apoyo entre la población Violaciones de derechoshumanos, asesinatos, masacres, torturas, montajes, propaganda,informantes, falsos planes de reinserción, documentos de "buen trato"y camuflajes continuarán siendo el pan de cada día.

El horizonte no seve muy bien.Nosotros tenemos, entonces, una tarea gigante por hacer. En losEstados Unidos, en el estado de Georgia, este año se vuelve a repetir,del 19 al 20 de noviembre, la vigila para cerrar la Escuela de lasAméricas (SOA, de donde más de 10 mil matones colombianos se han graduado, capacitados en tácticas militares y contrainsurgentes)(www.soaw.org). Hay que seguirnos oponiendo a los tratados de comercio, donde sea que se den, que ponen el mercado sobre el humano.Tenemos que acercar comunidades en resistencia en los Estados Unidoscon comunidades en Colombia. Tenemos que hablar y discutir nuevasalternativas y estrategias de solidaridad con América Latina. En Colombia, desde IPO, les invitamos a que vengan y conozcan las realidades en las comunidades y que documentemos las agresiones contralas comunidades (www.peaceobservatory.org).

Actualmente en Colombia,está creciendo un movimiento de la recuperación de la memoria, para que no olvidemos quiénes somos y la lucha y los muertos que hemos puesto. Tenemos que ser valientes, porque la situación da miedo. Y sobre todo, tenemos que mostrar las verdaderas intenciones delgobierno de Colombia y sus aliados. La pregunta se debe hacer: ¿son estos incidentes que ocurren en todo el país las acciones de ungobierno democrático o de un estado terrorista? Allá en el nordesteantioqueño, los soldados no saben que aunque nos digan a nosotros"gente maquillada", hace mucho tiempo ya la máscara y el maquillaje sele ha venido cayendo al gobierno de Uribe.


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