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Tuesday, February 06, 2007

Exterminio al Eln
EN VÍSPERAS DE LA NAVIDAD de 2006, monseñor Carlos Germán Mesa Ruiz, obispo de Arauca, llegó con báculo y ornamentos a un paraje del pie de monte llanero para cumplir una cita con los jefes del bloque nororiental del Eln. Antes de sentarse a la mesa dispuesta para la reunión, el prelado se puso su estola, inició una oración por la paz y clamó para que cesara la sangrienta ofensiva que este grupo guerrillero libra contra las Farc desde hace ya 10 meses.

Los sacerdotes Teodoro González Bustacara y Deyson Mariño, párrocos de Arauca y del corregimiento Panamá de Arauquita, lo asistieron con las lecturas en medio del silencio de sus interlocutores. Cuando concluyó la breve ceremonia, los miembros de la comisión del Eln anunciaron que presentarían algunas propuestas para propiciar un acercamiento con las Farc, pero antes lanzaron una proclama en la que acusaron a sus adversarios de haber asumido una actitud prepotente e ideado "una concepción hegemónica, que los hace creer dueños únicos de la lucha revolucionaria en Colombia".

"En todo caso, hablamos más de Marx que de Cristo", le dijo a CAMBIO monseñor Mesa, quien explicó que esa fue una de las cinco reuniones realizadas desde agosto del año pasado por una comisión de diálogo pastoral de la Iglesia con representantes del Eln, empeñado en defender a sangre y fuego un territorio donde se hizo fuerte en épocas del boom petrolero y en enfrentar la ofensiva militar de las Farc para aniquilarlos. Se trata de una guerra a muerte que aunque ha pasado desapercibida para la mayoría de los colombianos, ha dejado ya cerca de 300 muertos y ha tenido graves consecuencias para la población civil, como lo confirman organismos de derechos humanos.

Durante este mismo lapso, otra comisión de la Iglesia encabezada por el padre Darío Echeverri, secretario de la Conferencia Episcopal y miembro de la Comisión Facilitadora que promueve un acuerdo humanitario con las Farc, gestionó contactos con este grupo subversivo en busca de mitigar el impacto de la confrontación con el Eln no sólo en Arauca, sino también en Cauca y Nariño.

La comisión ha buscado el apoyo de conocidos dirigentes sociales y de izquierda, como Carlos Lozano, director del periódico Voz, pero el acceso a las áreas de influencia de Grannobles, hermano menor del Mono Jojoy y cabeza del Bloque Oriental -frentes 10 y 45 y una columna móvil-, no ha sido fácil dada la radical postura de las Farc. Hasta ahora sólo ha sido posible un encuentro en el que sin lecturas bíblicas previas ni ceremonias religiosas, los comisionados de buenos oficios escucharon la versión que dieron jefes de las Farc sobre el florero de Llorente que, dicen, los empujó a la guerra.

Las Farc sostienen que en marzo de 2006, un guerrillero del Eln conocido como La Ñeca, responsable del trabajo de masas en Arauca, manchó con sangre el propósito de una visita de emisarios de las Farc encabezados por El Che, que ese día fue asesinado. Tras estos hechos, el bloque nororiental del Eln se negó a entregar a las Farc el cadáver, ni permitió que su viuda lo viera y tampoco quiso entregar a La Ñeca para hacerle un juicio.

De acuerdo con la misma versión, pese a que el Eln se comprometió a castigar al homicida, contactos de las Farc lo vieron primero en Venezuela y luego en Bucaramanga, donde se movía con plena libertad y por eso decidieron "ajusticiarlo". Pero el Eln dice que esa muerte fue un error de los comprometidos, que optaron por ventilar diferencias mientras se tomaban unos tragos.

Entre dos fuegos

Independientemente de cuál sea la verdad de las muertes de El Che de las Farc y La Ñeca del Eln, la realidad es que el enfrentamiento Farc-Eln va más allá y está relacionado con control territorial, uso de corredores estratégicos para el narcotráfico y la proximidad de la campaña para la elección de gobernadores y alcaldes.

Según cálculos de los dos bandos y verificaciones hechas por la Defensoría del Pueblo y organismos de derechos humanos, la cifra de muertos de esta guerra que libran en Arauca, Cauca y Nariño, llegaba el pasado 31 de diciembre a 280. Sin embargo, fiscales que llevan procesos de derechos humanos advierten que puede haber un subregistro alto, porque es común que las guerrillas oculten el número de sus muertos.

Por su parte, funcionarios de la estructura de apoyo judicial que funciona en la XVIII Brigada del Ejército aseguran que ese subregistro podría explicar el reciente hallazgo de fosas comunes en zonas rurales de Arauquita. "Hace una semana, por ejemplo, encontramos una fosa en la finca Dios Verá, de San José de Arauquita -le dijo a CAMBIO un fiscal-. Contenía los cuerpos de tres hombres vestidos con uniformes y arneses de campaña, tenían brazaletes o algún otro distintivo, pero mostraban las características de un clásico ajusticiamiento".

En Arauca hay mucha preocupación por la guerra que libran Farc y Eln, pues cada grupo tiene entre sus objetivos militares a profesores, líderes campesinos, presidentes de juntas de acción comunal e incluso representantes de ONG. Germán Samudio Puerto, procurador regional de Arauca, dice que el "pistoleo y el sicariato" son frecuentes y dolorosas expresiones de asesinatos selectivos, que van aparejados con amenazas de docentes y desarraigos de campesinos, y se lamenta por la indeferencia de las autoridades "Puedo dar fe de la indolencia con la que altos servidores públicos miran el problema -le dijo a CAMBIO-. Durante un Consejo de Seguimiento Electoral, realizado por los días en que se iniciaba esta guerra, le oí decir a uno de ellos que había que dejar que los grupos se mataran. Como si fuera fácil aislar del conflicto a los civiles indefensos...".

Según Giomara Gómez, del programa de Acción Social de la Presidencia de la República, durante el segundo semestre de 2006, el desplazamiento por esta causa creció 80%, fenómeno que confirma Alicia Castillo, vocera de las mujeres desplazadas y quien explica que las cifras empezaron a crecer desde agosto del año pasado, cuando las Farc recorrieron varias veredas de Tame y Fortul anunciando un reclutamiento masivo de niños mayores de 10 años, como parte de la represalia contra milicianos del Eln. "Lo que hicieron algunos padres fue enviar a sus hijos a las cabeceras municipales en busca de amparo", le dijo a CAMBIO un funcionario del Instituto de Bienestar Familiar.

Por su parte, Pedro Julio Quintero Quintero, representante de Arauca ante la Asociación Nacional de Desplazados, anuncia para el 15 de febrero una marcha de 4.000 personas para protestar porque, según él, la Gobernación ha calificado a los desplazados como guerrilleros y porque la única ayuda tangible que han recibido en materia de capacitación laboral han sido cursos para la fabricación de muñecas de trapo, sin ninguna posibilidad de comercialización.

Llegan cartas

Monseñor Mesa y los padres González y Mariño tienen en sus manos cartas y declaraciones de las Farc y el Eln en las que se hacen acusaciones mutuas de "crímenes de guerra" y de asesinatos de miembros de comunidades que les daban soporte social.

Según el frente Domingo Laín, históricamente el más poderoso del Eln y hasta hace poco el mejor armado en Arauca, el frente 45 de las Farc masacró el 28 de octubre del año pasado a una comisión de 15 milicianos del frente nororiental en la región del alto San Joaquín, y tres días después reunió a los indígenas de Alto San Miguel y amenazó con someterlos a juicios sumarios como colaboradores del Eln. "¿Hasta dónde llega el atropello contra los indígenas incluyéndolos en el conflicto?", pregunta el frente del Eln en una las cartas. El 29 de diciembre hubo otra masacre contra sus milicianos en una zona rural de Betoyes.

En otras cartas, las Farc contraatacaron y acusaron al Eln de estar asesinando sin fórmula de juicio a civiles inermes en las regiones de Delicias, Mordisco y Alto Caranal, denuncia a la cual los emisarios del Eln respondieron en la reunión de diciembre con monseñor Mesa, diciendo que los "civiles inermes" que mencionaban las Farc eran, en realidad, milicianos que robaban, chantajeaban y secuestraban en la carretera Saravena-Tame. "Todas nuestras acciones militares se explican dentro de la apelación a la legítima defensa", dijeron los guerrilleros del Eln.

Monseñor Mesa dice que la posibilidad de un arreglo que ponga fin al enfrentamiento entre los dos grupos subversivos y detenga lo que considera una "tragedia humanitaria", depende en buena medida de que las Farc envíen a una mesa de diálogo o de amigables componedores a personas con capacidad de decisión. "Los mandos medios viven plegados a un discurso radical y sectario que no incluye la palabra concesión", asegura el obispo.

Los jefes del Eln hablan de una "solución sin sometimiento" que comprometa a las partes a respetar la integridad física y moral de la población civil y a responder por los daños y perjuicios económicos causados. Y además se declaran dispuestos a aceptar la presencia de testigos de la comunidad internacional que garanticen los acuerdos. Sin embargo, Grannobles, de las Farc, ha dicho a los comisionados que no habrá acuerdos posibles mientras el Eln busque apoyo de paramilitares y acepte la "infiltración del Ejército en sus filas" con el propósito de conservar dominio e influencia en zonas donde sus cuadros han sido aniquilados.

Por lo pronto, las posibilidades de solución parecen difusas y los contrincantes no ahorran esfuerzos para estigmatizar inclusive a muertos y organizaciones sociales. Por ejemplo, las Farc difundieron la especie de que el presidente del Concejo de Arauquita, José Manuel Roa, asesinado en noviembre pasado, tenía nexos con un sector político del Eln llamado Asociación de Jóvenes Emprendedores Revolucionarios. Y le han puesto el mismo inri a la ONG Joel Sierra de derechos humanos, unas de las organizaciones que en Arauca han pagado una alta cuota de sacrificio.

El Eln ha hecho blanco de sus ataques a la Asociación de Campesinos de Arauca, a la que señala de ser un apéndice de las Farc y les ha puesto a sus miembros el rótulo de "objetivos militares". Y ante el asesinato de por lo menos cuatro presidentes de juntas de acción comunal, algunas de esas juntas, lo mismo que pequeñas cooperativas de labriegos han tenido que disolverse para proteger la vida de sus afiliados.

Analistas consultados por CAMBIO creen que la ofensiva de las Farc contra el Eln, que a comienzos de la década de los 90 fue su aliado dentro de la llamada coordinadora guerrillera Simón Bolívar, tiene, como única explicación posible, la intención de consolidarse en territorios que ofrecen nuevas y mayores perspectivas para la financiación de su aparato militar. En Arauca han encontrado nuevas reservas de petróleo y en Cauca y Nariño, contrario a lo que dice el discurso oficial, la erradicación de cultivos ilícitos está rezagada en el cumplimiento de sus metas.

No obstante el panorama descrito, el general José Rafael González Villamil, comandante de la XVIII Brigada del Ejército, ve la situación menos dramática. Según él, los frentes de los dos grupos guerrilleros -sobre todo el de las Farc- buscan mejores posiciones a lo largo de los 420 kilómetros de frontera con Venezuela y esa lucha por el territorio fronterizo es el único lunar en materia de orden público que se presenta en Arauca. Para probarlo apela a cifras y dice que el 31 de enero se cumplieron 636 días sin ningún atentado contra el oleoducto y más de 400 sin voladuras de torres de energía, cuando en el año más crítico que fue 2002, se presentaron 126 atentados contra el oleoducto y 60 contra las torres de energía. Y agrega: "El hecho de que durante 2006 hayan sido abatidos 56 guerrilleros, capturados 258 y se hayan desmovilizado 22, hacen que en Arauca se respire un nuevo clima".

Bipartidismo armado

No obstante la mirada positiva del Comandante de la XVIII Brigada del Ejército, el gobernador Julio César Acosta y monseñor Mesa coinciden en que el enfrentamiento entre las dos organizaciones guerrilleras acabó con el esquema bipartidista de repartición del poder, que empezó a ser disputado por aliados de esos grupos.

El gobernador Acosta, representante de Cambio Radical, lo explica así: "Aquí hubo un día en que el Eln se adueñó de la administración pública y del Partido Liberal, y las Farc le echaron mano al conservatismo, a la frontera agrícola y a la coca".

Para monseñor Mesa, los dos grupos son hoy como dos partidos que le exigen a la gente que se defina y no parecen dispuestos a admitir que haya neutrales. "El fenómeno ha cobrado tal magnitud, que incluso la Iglesia se ha visto afectada por esa polarización -reconoce el obispo-. Los propios grupos dicen que hay sacerdotes que los apoyan o que son más que simpatizantes, y yo, con franqueza, no estoy en condiciones de negarlo. Ese es otro factor que explica la urgencia del diálogo pastoral".

Por lo pronto no hay indicios de que alguno esté dispuesto a ceder: las Farc están empeñadas en su proyecto de expansión y el Eln, aunque debilitado militarmente, se resiste a perder el último de sus bastiones, que en los tiempos del cura Pérez fue el más poderoso.

Pero es un hecho que para consolidar su poder en zonas petroleras y controlar corredores estratégicos para el negocio del narcotráfico, las Farc buscan aniquilar los reductos del Eln no sólo en Arauca, sino en Cauca y Nariño. Y esta situación, de abierta desventaja militar para el Eln, permite preguntarse si al grupo no le convendría más acelerar el inicio de un proceso de paz formal del que puedan sacar ventajas políticas.

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