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Friday, August 04, 2006

Colombia
Las centrales obreras deben aprestarse a liderar la defensa de los derechos laborales de todos los colombianos
Por: Gustavo Rubén Triana Suárez (MOIR) (Fecha publicación:03/08/2006)
Información Adicional
Tema: Situación en Colombia
País/es: Colombia





A tan solo dos meses de haber firmado en Ginebra, Suiza, el denominado Acuerdo Tripartito por el Derecho de Asociación y la Democracia en Colombia, el gobierno de Alvaro Uribe desenfrena su arraigado autoritarismo contra el movimiento sindical y la población, en aras de continuar aplicando su neoliberalismo extremo. Las medidas que aplica dejan sin piso alguno lo que sus representantes suscribieron en el marco de la 95ª Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT. Como ocurre con todo lo que Uribe proclama o compromete sobre los intereses de la nación y el pueblo, lo firmado allí no tardó en convertirlo en letra muerta.

En efecto, el gobierno ordenó el 25 de julio la militarización y liquidación de la Empresa Antioqueña de Energía, EADE S.A., y procedió al despido de sus 810 trabajadores afiliados a SINTRAELECOL y a entregar de inmediato la operación de dicha empresa a un operador privado; el sábado 29 de julio, también previa militarización, desalojó de la Empresa Social del Estado (ESE) José Prudencio Padilla a los pacientes y trabajadores de la clínicas a fin de liquidar la institución y despedir a 1200 empleados que atendían a los trabajadores y familiares afiliados al ISS de Atlántico, Bolívar, Cesar, Guajira, Magdalena y San Andrés, y, en la semana del 24 de julio, sorprendió al país al anunciar que venderá el 20% de las acciones de ECOPETROL, iniciando así la privatización de la empresa, patrimonio de los colombianos, sin, por lo demás, importarle un bledo pisotear los acuerdos que, en el marco de la huelga de los trabajadores petroleros en el 2004, había firmado con la USO.

Todo a pesar de que en el mencionado Acuerdo Tripartido se estipula “la promoción de los derechos fundamentales de los trabajadores, de sus dirigentes sindicales y de sus organizaciones, especialmente en lo que concierne a la vida, la libertad sindical, la asociación y expresión, la negociación colectiva, así como la libre empresa para los empleadores” y que, como abundando en tales compromisos, Uribe convino con las Centrales Obreras, los Empresarios y la OIT darle prioridad a esos postulados y “aprovechar el espacio que nos brinda la Comisión de Aplicación de Normas, para divulgar el presente acuerdo y reiterar el cumplimiento de las políticas de la OIT.”

Con las tropelías arriba señaladas ¿puede quedar duda en la dirigencia de las Centrales Obreras sobre que todo fue una farsa y que el gobierno no cumplirá ni una sola silaba de lo suscrito, tal como lo demuestran las disposiciones de gobierno y patronos que dejan en la calle a miles y miles de compatriotas y exterminan implacablemente los sindicatos? Frente a esta realidad de bulto, toda conducta que desarme a las gentes creando falsas expectativas sobre las continuas falacias y engaños a los que recurre el gobierno revela una innombrable falta de consecuencia con los intereses de los trabajadores y el pueblo. Es pues la hora de asumir con entereza y dignidad una posición de denuncia de las astucias inherentes a la política gubernamental y de llamar al movimiento sindical y popular a la movilización contra ellas. Empezando por la que debe desplegarse contra la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) y la aprobación de la correspondiente agenda legislativa, con la mira puesta en ganarse la comprensión y el respaldo de toda la sociedad en la gran batalla por recobrar los derechos de asociación y contratación para los trabajadores colombianos.

Una condición imperativa para avanzar hacia tales metas es el retiro de las Centrales Obreras de los llamados espacios de concertación y dialogo convocados falaz y demagógicamente por el gobierno. Y otra, empeñarse en conformar la más amplia unidad de los sectores que hoy ven sus intereses menoscabados y sus derechos democráticos cercenados a causa del modelo neoliberal. Se presentarán así las mejores circunstancias para que las luchas sindicales y populares adquieran el vigor necesario para impedir la destrucción que el imperialismo y la plutocracia, a cuyo servicio está Uribe Vélez, hacen de nuestra nación.

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